Con ojos Aymaras: Sica Sica no tiene parangón

Félix Layme Pairumani

 

Sika Sika es genuino en cuanto a la presentación de sus fiestas, en la participación mancomunada de sus integrantes urbanos y rurales, en su concepción global de lo tradicional y lo moderno. Sobre todo en su nueva visión de avanzar sin olvidar el gran pasado histórico andino. Se han revisado los hitos y contextos histórico, coloniales y republicanos para diagnosticar el futuro del Pueblo Aymara, sin embargo pese a todo siguió intacto y fuerte. Se puede concluir que existen elementos ajenos que siguen desgastando y hay otros que le dan brios para salir airosos. Sin embargo, dependerá mucho de lo que hacen sus líderes y dirigentes locales.

 

Pareciera que se baila con frenesí y sin recato las danzas modernas o posmodernas. Exaltando su vanidad, sin norte cultural, pasando a una especie de mestizaje cultural, sin casi nada de identidad cultural. Pero, buscando y rebuscando se entiende al pueblo. Al revisar datos, hechos y referencias sobre cuestiones culturales, sociales y hasta económicas se puede afirmar que no todos los pueblos entienden de la misma forma el fondo de sus acciones en el nuevo milenio. El transicionalismo, quizá entendido y madurado desde hace mucho tiempo y redireccionado desde hace medio siglo, continúa y quizá no cambie sin una real política cultural. Algunas poblaciones ya han tomado su política desde hace bastante tiempo. Su meta son danzas mestizas, hacia el aymarañol o quechuañol idiomáticamente y la pérdida de su genuina identidad. A ver ¿quién lo saca de ahí?

 

Un modelo alternativo presentan los hijos de Sika Sika, mejor los originarios de los Qullanas-Uchusumas, o mejor los retoños de los Puquinas históricos. En algún momento ya se ha pintado como lo que tienen de original, para presentar su fiesta. Me refiero a la celebración de la virgen de Rosario con sus famosos cuatro tropas de Morenos. Se puede afirmar que no sólo es eso. Los próximos pasantes de dicha fiesta, a fin de año, van presentándose con dos tropas de Museños. Cada uno a la manera que suelen hacer en su fiesta patronal. Los danzarines son las mismas mujeres y varones de la fiesta de Rosario vistiendo y danzado la Museñada. Es decir combinando lo tradicional y lo moderno, lo originario y lo mestizo, esta simbiosis es pues loable desde cualquier punto de vista. Así es como un pueblo debe emprender para llevar adelante su identidad cultural.

 

Es posible que existan otros pueblos haciendo lo mismo. Justamente se deben buscar interpretar y diagnosticar esas fuerzas ocultas para no ser pesimistas a la hora de hablar sobre el porvenir de una cultura. Sostener una cultura de vida, en la era de la danza del demonio sin guato es difícil, sobre todo en estos tiempos de caos cuántico.

 

Hay que forjar una nueva cultura de vida fortalecida y actualizada. Hay predisposición para la tarea: 1) se deben re-direccionar los paradigmas posmodernos hacia los propósitos de la vida, 2) se debe empezar desde los pueblos andino-indígenas y 3) deben encabezar los dirigentes o gobernantes regionales.

 

La meta era regresar por una cultura y su pueblo al aymara, pero eso ha quedado corto. Luego pareció que fue mirar la grandiosa historia de los incas, no fue suficiente. Después fue volver la mirada al mundo wari, eso tampoco fue bastante por el mal contraído. Ahora se requiere –para ser y dejar de ser macacos– volver hasta los orígenes. Hay que buscar los paradigmas perdidos en el mundo puquina, el paqarina de los actuales aymara-quechua. Quizás hoy es buscar el pacha-sofía del cuatro.