Con ojos Aymara: La Chinkana o El Laberinto

Félix Layme Pairumani

La Chinkana o El Laberinto de la Isla del Sol es una construcción enigmática. Este sitio arqueológico está en la provincia Manco Kapac. Se llega por Copacabana.  Tras pasar Pillkukayna y Yumani está Ch’alla Pampa. Allí hay un pequeño museo así como establecimientos de hospedajes. La gente, como en todo centro turístico, es muy amable. No hay ebrios ni hampones. Si la gente, además de qiñwas y kiswaras, plantara árboles de molle en vez de eucaliptos, el sitio sería particularmente espectacular.

 

De allí se va a pie, más o menos una hora, hasta la cumbre. Se llega primero a la Roca Sagrada. La cual es una enorme roca y en ella está imperceptiblemente la cara de un anciano, el Wiraqucha. Así mismo, ahí en la llanura está una gran piedra paralelepípedo a modo de mesa ritual. Más allá está, las ruinas de la Chinkana. Es uno de los lugares más inexplicable de las ruinas arqueológicas andinas.

 

Es sintomático que los fundadores del Estado Inca eran cuatro hermanos Ayar Manku y Mama Uqllu. Ayar Kachi y Mama Qura. Ayar Uchu y Mama Rawa. Ayar Awqa y Mama Waku. El imperio Inka conformaba cuatro suyos: Qulla Suyu, Anti Suyu, Chincha Suyu y Kunti Suyu.  La cuatri-partición andina es muy propia del mundo andino. Varias poblaciones aymaras y quechuas, pese al sindicalismo, hoy aun prevalecen los cuatros en la organización política andina. Esta región tiene una fuerte influencia incaica. Los Incas han debido construir sobre la base de una antigua construcción primitiva destinada a los rituales.

Ya se ha remarcado varias ruinas arqueológicas y entre ella está La Chinkana. Se podrá hacer algunas inferencias. Chinkana, su nombre lo dice, laberinto, de ahí su otro nombre. Son corredores que se bifurcan, pasillos al estilo laberinto. Si nos preguntan ¿Cómo es este sitio? Diremos que es una compleja construcción antigua. Ciertas habitaciones posiblemente fueron techadas. Esos repartimientos de paredes rústicas, existe una antesala junto a la sala principal y en las cuatro esquinas están las puertas de entrada a una especie de laberinto. Además de contar con puertas falsas, es complicado llegar a la sala principal de cada una de los cuatro recintos. El complejo en realidad es grande, aquí solo se busca saber ¿Para qué fue construida la Chinkana?

 

A primera vista se puede afirmar que fue un lugar de meditación o quizá de ritualidad, o de iniciación de sacerdotes, o tal vez una sala de consensos. Las cuatro esquinas tienen bases firmes para esa función. De hecho varias personalidades importantes van allí de noche, para meditar. La preparación de un ritual es un acto aparte en la conformación de la mesa ritual. Si no es allí ¿dónde pueden prepararla? Así mismo la ordenación de los nuevos yatiris y amautas han debido hacerla allí. El lugar es ideal para ello. Por otro lado, también es ideal para llegar a consensos. Hasta tienen cuatro piezas para “el cuarto intermedio”, para proseguir las dilucidaciones. El consenso es todo un arte de saber dialogar, de demostrar puntos de vista. El consenso no es hijo de un ambiente emocionado y de mala fe. Se requiere mucha serenidad, meditación y conciencia para llegar a un consenso. Es más, no es posible tratar con una lógica que proclama una verdad absoluta, sino de reconocer verdades y de mucha incertidumbre para acercarse realmente entre los distintos cuatro planteamientos.

   

Las evidencias socioculturales actuales son contundentes o concluyentes. La Chinkana tiene motivos rituales y de organización política andina.